Justicia Para Nuestras Hijas: empatía y conocimiento como pie de lucha

Norma Ledezma. Foto: Celsa Calderoni
Norma Ledezma. Foto: Celsa Calderoni
14 junio 2023

Chihuahua, México. Casi 14 mil personas han desaparecido en Chihuahua desde 1964, muchas de ellas mujeres jóvenes de escasos recursos. En este contexto, cientos de familias han vivido difíciles procesos de denuncia y búsqueda, recibiendo malos tratos y una apatía generalizada por parte de distintas autoridades. Al no conocer sus derechos, han quedado desprotegidas ante la corrupción y la discriminación y la búsqueda de sus hijas difícilmente avanza. En el marco del Programa de Pequeñas Subvenciones de la Iniciativa Spotlight, en 2021 se trabajó con Justicia Para Nuestras Hijas para el fortalecimiento de sus capacidades en pro de los derechos de las mujeres, la búsqueda temprana y la contención psicosocial.

 

Paloma Angélica Escobar fue localizada sin vida el 29 de marzo de 2002 en Chihuahua, 27 días después de ser reportada como desaparecida. Hoy, casi veinte años más tarde, es el día en que se conmemora el nacimiento de la organización civil de su madre, la ahora abogada y activista Norma Ledezma.

Justicia Para Nuestras Hijas (o “Justicia”, como la llama Norma) se dedica a la defensa de los derechos humanos de mujeres desaparecidas y asesinadas y sus familias. Tras la desaparición de Paloma, un conjunto de familias se acercó a Norma para buscarla junto a otras mujeres jóvenes desaparecidas bajo las mismas circunstancias y en situaciones similares, nos dice Norma, segura de que todas habían sido “elegidas”, a falta de una mejor palabra para describirlo.

“Mi hija y yo trabajábamos en una maquiladora, teníamos pocos estudios. Algo era seguro: nos trataban así porque desconocíamos nuestros derechos”, Norma Ledesma, abogada y activista, madre de Paloma, víctima de feminicidio en Chihuahua

El 3 de marzo de 2002, al detectar que Paloma no regresaría a casa, Norma fue a presentar la denuncia a las autoridades. En ese proceso, Norma escuchó innumerables veces aquello que cientos de familias que están en la búsqueda de hijas, hermanas o madres han escuchado: “me decían que tenía que esperar 72 horas para que pudieran buscarla, que se había ido con el novio y que iba a llegar en algunos meses con un nieto. Era lo que nos decía la autoridad, absolutamente incapaz de comprender que eran mujeres a las que se estaban llevando para los fines particulares de ciertos grupos”.

“Notamos que tenían aproximadamente la misma edad, que venían de familias de escasos recursos y sin poder político ni económico, de familias ‘insignificantes’ para el Estado”

 

UNA NUEVA VIDA PARA NORMA

Después de 27 días, al recibir el cuerpo de su hija, algo se incendió dentro de Norma: “Al encontrar a Paloma, al tener esa confronta con la autoridad, ahí nace Justicia y nace esta parte diferente mía que por ahí tenía escondida”.

Hoy, Norma es abogada y activista, dirige diversas actividades de búsqueda, representación legal y acompañamiento para familiares de mujeres desaparecidas en Chihuahua. Hasta ahora, Justicia Para Nuestras Hijas ha atendido alrededor de 400 casos.

“Decidimos que teníamos que unirnos como madres y padres para enfrentar a este monstruo tan grande que es el acceso a la justicia”.

En Chihuahua, “la violencia, la corrupción y el narcotráfico son los amos y señores de la sociedad”, dice Norma con toda la seguridad que le permite enunciar su experiencia. En el estado han desaparecido 13 mil 411 personas desde 1964, de las cuales 3 mil 460 siguen sin ser localizadas, de acuerdo con la Comisión Nacional de Búsqueda.

Las voces de las Muertas de Juárez resuenan entre las 803 personas que han sido localizadas sin vida desde entonces. Si bien es difícil concebir este fenómeno en su totalidad, para Norma una cosa es muy clara: Chihuahua es una región estratégica del tráfico de drogas y de personas.

“En los últimos 10 meses han desaparecido 400 niñas. Cuatro se encontraron sin vida y seis siguen en estatus de desaparición. El resto se recuperó, pero nadie les está dando seguimiento”.

La lógica diría que el problema más grande reside en el número de personas desaparecidas. Sin embargo, Norma nos invita a evaluarlo de forma distinta: “En los últimos 10 meses han desaparecido 400 niñas. Cuatro se encontraron sin vida y seis siguen en estatus de desaparición. El resto se recuperó, pero nadie les está dando seguimiento”.

Es un asunto que preocupa a Norma por las altas posibilidades de reincidencia, pues sin un debido acompañamiento —e impulsadas por la violencia familiar o las adicciones impuestas por los captores—, “las niñas se van a volver a ir y no las vamos a recuperar”. Para que estas niñas no sean víctimas de trata o feminicidio, es fundamental atender las causas y no sólo los efectos del problema, asegura Norma.

 

ESCUCHA, EMPATÍA Y CONOCIMIENTO

Para Norma, y para Justicia, lo más importante es trabajar duro por una realidad más justa.

“Conocimiento es poder. Si las familias conocen sus derechos y los defienden, van a adquirir poder. ¿Cómo vas a pedir algo que no conoces?”.

Aquí lo más importante, son las víctimas. Tanto las directas, las personas que sufren el daño, como las indirectas, sus familias”, agrega. Así, la organización recibe a las familias de manera profesional, ética y empática. “Las familias pueden llegar con emociones muy fuertes o en estados de aparente apatía, y es un estado que nosotros debemos respetar. No importa si quieren hablar mucho o nada —nosotros les tenemos que recibir de manera sensible y escucharlas para entender qué es lo que necesitan”.

“Pudimos aprender prácticas de otras organizaciones para aplicarlas en nuestras actividades. Y eso robustece nuestra gama de conocimientos y trabajo”.

La labor de Justicia se define por tres principios: la escucha, la empatía y el conocimiento. Al llegar las familias, se les atiende en presencia de abogadas, psicólogas y trabajadoras sociales, de manera que las personas que acudan a sus oficinas salgan de ahí conociendo sus derechos y sintiéndose acompañadas, respaldadas y protegidas. Es de esta metodología que surge la posibilidad de recibir el apoyo de la Iniciativa Spotlight.

Si bien Justicia Para Nuestras Hijas conoce a fondo los derechos de las víctimas y los protocolos de búsqueda temprana, habiendo incluso participado en la elaboración del Protocolo Alba, a través de las Pequeñas Subvenciones otorgados por la Iniciativa Spotlight el equipo de la organización pudo fortalecer sus capacidades y conocimientos para continuar haciendo lo que mejor sabe hacer: acompañar a las familias de mujeres desaparecidas.

 

AYUDA PARA OTRAS MADRES BUSCADORAS

Irasema Torres, madre de Yeny Karely, desaparecida desde 2017

La organización aprovechó el apoyo de la Iniciativa Spotlight para ofrecer algunos cursos a las familias con las que trabaja, tanto en materia de sus derechos como de herramientas psicosociales para la gestión de su bienestar físico y emocional. “Para las familias fue como agua fresca”, nos dice Norma, pues “es elemental que tengan un espacio de conocimiento jurídico y psicológico”.

“En este camino nos ha servido todo. Venimos a todos los cursos, a todas las pláticas que nos dan. Nosotras estamos ahí para agarrar todo lo que nos sirve, lo que nos fortalece, lo que nos ayuda”, Irasema Torres, madre buscadora de Chihuahua

ara Irasema Torres, madre de Yeny Karely (desaparecida desde 2017), tanto los talleres financiados por la Iniciativa Spotlight como la labor de Justicia Para Nuestras Hijas han sido de gran ayuda en su proceso como madre buscadora: “no nada más nos ayudan en la búsqueda de mi hija, sino también a nosotras como personas a llevar esta situación”, dice.

Justicia Para Nuestras Hijas es un ejemplo del pulso más genuino y originario: la lucha por la vida. Si bien el camino es incierto —y está repleto de monstruos—, Norma y el equipo de su organización han logrado cultivar una esperanza que apuesta por la verdad y la justicia.

“Yo estoy aquí porque Paloma no está”, dice Norma, “pero vale la pena seguir. Tal vez Paloma nunca tenga esa justicia y yo nunca tenga esa verdad, pero decido creer”. Creer en las nuevas familias que llegan esperanzadas, en los policías, ministros, jueces y servidores públicos que contra todo pronóstico están comprometidos con su trabajo; creer en Paloma, que es la fuerza que atraviesa todo el trabajo de Justicia Para Nuestras Hijas.

 

Autoras: Elena Coll Guzmán y Martina Spataro Tron

Fotos: Celsa Calderoni
 

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